Oración de la noche del 8 de Noviembre

«Padre amoroso, nos reunimos ante Ti en esta noche, unidos en espíritu aunque estemos separados por la distancia. Te damos gracias por tu presencia constante en nuestras vidas, por ser nuestro refugio y nuestra fortaleza, como nos recuerda el Salmo 46: «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones».

Te pedimos, Señor, que extiendas Tu mano protectora sobre cada uno de nosotros y nuestras familias. Que la paz que sobrepasa todo entendimiento, la que nos prometiste en Filipenses 4:7, llene nuestros corazones y nuestros hogares en esta noche.

Te rogamos por aquellos que están pasando por momentos de dificultad, por los enfermos, por los que sienten el peso de la soledad, por los que están de duelo. Que encuentren en Ti consuelo y esperanza. Que sientan la calidez de Tu amor envolviéndolos en medio de la oscuridad.

Perdónanos, Padre, por las veces que hemos fallado hoy. Ayúdanos a ser reflejos de Tu amor y Tu misericordia en un mundo que tanto lo necesita. Como nos enseñaste en la oración del Padre Nuestro, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

Mientras cerramos nuestros ojos para descansar, confiamos en Tu promesa en el Salmo 4:8, «En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo Tú, Jehová, me haces vivir confiado». Que Tu presencia sea la última que sintamos al dormir y la primera al despertar.

Te lo pedimos en el nombre de Jesús, nuestro Señor y Salvador.

Amén.»

Reflexión

Hermanos y hermanas,

¿Saben? A veces, al final del día, cuando apagamos las luces y nos preparamos para dormir, es cuando más ruido hay en nuestras cabezas. Pensamos en lo que hicimos o dejamos de hacer, en lo que dijimos o callamos. Y a veces, en ese silencio, sentimos un peso en el corazón.

Pero hoy, al rezar juntos, hemos hecho algo especial. Hemos dejado que Dios entre en ese ruido, en ese silencio, en ese peso. Le hemos dicho: «Aquí estamos, con nuestras alegrías y nuestras penas, con nuestras certezas y nuestras dudas». Y Él, como siempre, nos ha escuchado. Hemos pedido paz, esa paz que a veces se nos escapa entre los dedos, pero que Dios siempre está dispuesto a darnos. Hemos pedido consuelo para los que sufren, porque sabemos que el dolor de uno es el dolor de todos. Y hemos pedido perdón, porque a veces tropezamos y caemos, pero lo importante es levantarnos y seguir adelante.

Esta oración que hemos compartido es como una manta que nos cubre en la noche, como un abrazo que nos dice: «No estás solo, estoy aquí contigo». Y eso, amigos, es algo hermoso.

Así que, mientras nos vamos a descansar, llevemos esa sensación en el corazón. La sensación de que, pase lo que pase, Dios está con nosotros. Que nos cuida, que nos ama, que nos perdona. Y que mañana será un nuevo día, lleno de nuevas oportunidades para amar, para servir, para ser un poco más como Él quiere que seamos.

Que tengan una noche tranquila y reparadora, familia. Y recuerden, en Dios siempre encontramos nuestro refugio y nuestra paz.

Buenas noches, y que Dios los bendiga.

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