Padre Celestial, al cerrar este día, vengo ante Ti con un corazón lleno de gratitud por todas las bendiciones que he recibido. Reconozco que todo lo que tengo proviene de Ti, y que «Todo beneficio y todo don perfecto bajan de lo alto» (Santiago 1:17). En esta noche, me encuentro reflexionando sobre las necesidades y anhelos que tengo, no solo para mí sino también para aquellos a quienes amo.
Te ruego, Señor, que abras puertas de prosperidad en mi vida. No anhelo riquezas por el mero placer de acumular, sino para ser una bendición para los demás, tal y como nos enseñas en tu Palabra que «más bienaventurado es dar que recibir» (Hechos 20:35). Ayúdame a encontrar las oportunidades que mejorarán mi situación económica y la de mi familia.
Sin embargo, te pido también, Padre amoroso, que me guardes de la avaricia y el deseo desordenado de riquezas. Que siempre pueda recordar las palabras de tu Hijo Jesucristo, quien nos advirtió que «nadie puede servir a dos señores; porque menospreciará a uno y honrará a otro; no podéis servir a Dios y a las riquezas» (Mateo 6:24).
Que mi búsqueda de bienestar material nunca eclipse el tesoro más grande, que es mi relación contigo. Concede a mi alma la riqueza de tu amor, tu paz y tu presencia. Que mi fortuna esté en ser hijo tuyo y seguir los pasos de Jesucristo, mi Señor y Salvador.
Si es tu voluntad, permite que cada oportunidad de prosperidad sea también una oportunidad para glorificar tu nombre y ser testimonio de tu bondad y generosidad.
Te lo pido en el nombre de Jesucristo,
Amén.
Reflexión
La oración nocturna que hemos pronunciado destaca el delicado equilibrio que se necesita para pedir prosperidad material sin caer en la trampa de la codicia. Al solicitar el bienestar económico, la oración subraya el objetivo más elevado de usar cualquier riqueza obtenida para bendecir a otros y honrar a Dios. Esta perspectiva está en línea con las enseñanzas de las Escrituras, que nos recuerdan que la verdadera fortuna se encuentra en una vida arraigada en la fe y el amor divinos.
Además, la oración evoca pasajes bíblicos que nos alertan sobre los peligros de idolatrar la riqueza material. Se incluye una referencia específica a Mateo 6:24, un recordatorio clave de que el verdadero servicio a Dios y la búsqueda desmedida de riqueza son incompatibles. En este sentido, la oración actúa como un acto de discernimiento, pidiendo la sabiduría para navegar las aguas a menudo complejas de la prosperidad material.
Por último, al centrarse en el carácter y las promesas de Dios, la oración nos impulsa a confiar en la bondad y generosidad del Padre Celestial. Nos anima a creer que Dios desea lo mejor para nosotros, pero también nos desafía a considerar qué significa realmente «lo mejor» desde una perspectiva eterna. De esta manera, nos ayuda a alinear nuestras metas y deseos materiales con valores espirituales más altos.
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