Oración de la noche del 2 de Abril

«Con la llegada de la noche de este 2 de abril, nos recogemos en oración, Señor, para agradecerte por las bendiciones recibidas durante el día y para buscar Tu presencia reconfortante en el silencio de nuestro corazón. Inspirados por las palabras de paz y consuelo que nos ofrece el Salmo 4, versículo 8: ‘En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado’, nos acercamos a Ti, anhelando encontrar el descanso verdadero que sólo Tu amor puede ofrecer.

En este momento de quietud, te pedimos por aquellos que no han encontrado paz en este día, por los que se sienten agobiados por las preocupaciones, por los que la noche trae más sombras que luz. Sé para ellos, Señor, refugio y fortaleza, y haz que sientan Tu presencia sanadora y tranquilizadora.

Ayúdanos a todos a soltar las cargas que hemos llevado durante el día, a perdonar y ser perdonados, y a prepararnos para recibir con corazones abiertos las nuevas misericordias que nos esperan con el amanecer.

Que esta noche sea un tiempo de renovación espiritual, donde podamos reflexionar sobre nuestras acciones y crecer en la comprensión de Tu voluntad para con nosotros. Concédenos, Señor, la gracia de cerrar los ojos esta noche con la serenidad de saber que, bajo Tu mirada amorosa, estamos seguros y amados, y que nada puede separarnos de Tu amor.

En el nombre de Jesús,

Amén.»

«Que la paz de la noche nos prepare para acoger con gozo las promesas de un nuevo día»

Reflexión

Mis queridos hermanos y hermanas, conforme nos reunimos esta noche, bajo el manto tranquilo que la oscuridad trae consigo, quiero compartir con ustedes un momento de reflexión que brota del corazón. La noche nos envuelve no solo con su silencio, sino también con la promesa de descanso y renovación. El Salmo que hemos citado, ‘En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado’, nos recuerda la bendición que es poder descansar en la paz que solo Dios puede dar.

Esta noche, quiero invitarlos a considerar la paz como un regalo y un desafío. Un regalo, porque es algo que se nos da sin merecerlo, una muestra del amor incondicional de Dios por cada uno de nosotros. Y un desafío, porque vivir en paz requiere de nosotros una actitud activa de confianza, de soltar las preocupaciones y de abrir nuestro corazón al perdón.

Es fácil sentirnos abrumados por las preocupaciones diarias, por las noticias que escuchamos, por las dificultades que enfrentamos. Sin embargo, la noche nos ofrece un momento para pausar, para respirar y para recordar que no estamos solos en nuestras luchas. Dios está con nosotros, ofreciéndonos su paz, invitándonos a confiar en Él.

Así que, mientras nos preparamos para descansar esta noche, les propongo que dejemos a un lado todo aquello que nos inquieta. Que perdonemos a quienes nos han ofendido y pidamos perdón a quienes hemos herido. Que nos acostemos con la confianza de que Dios cuida de nosotros y de que su amor nos envuelve, incluso mientras dormimos.

Que esta noche, queridos amigos, encuentren en el silencio no solo descanso, sino también la paz profunda que viene de saberse amados por Dios. Y recuerden, cada nuevo amanecer trae consigo nuevas oportunidades para vivir conforme a ese amor.

Para cerrar nuestra reflexión, me gustaría dejarles esta pensamiento: «Que la paz de la noche nos prepare para acoger con gozo las promesas de un nuevo día». Que así sea. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, llene sus corazones y sus hogares esta noche y siempre.

Amén.

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