Padre amoroso que habitas en lo alto de los cielos,
Con los primeros rayos de sol de este domingo, nos acercamos a Ti con el alma despierta y el corazón dispuesto. Te damos gracias por el canto de los pájaros, por el aire fresco de la mañana, y por la oportunidad de vivir un día más bajo Tu mirada amorosa.
Señor, en este día que nos regalas, queremos vivir de acuerdo a lo que nos enseñas. Ayúdanos a ser genuinos en nuestro andar, a no desviarnos por caminos de falsedad o vanidad. Que nuestras acciones sean un reflejo fiel de lo que llevamos en el corazón.
Enséñanos a confiar en Ti como niños, a descansar en la seguridad de Tu amor y Tu cuidado. Que no busquemos grandes signos ni prodigios para creer, sino que encontremos en la sencillez de la vida cotidiana la certeza de Tu presencia.
Y en este día, inspirados por las palabras de Jesús en el evangelio del día, queremos vivir el servicio y la humildad. Que no aspiremos a ser los primeros, sino que encontremos nuestra alegría en servir a los demás, en poner sus necesidades antes que las nuestras, en amar sin medida.
Acompáñanos en este día, Señor. Que nuestras palabras, nuestros pensamientos y nuestras acciones sean agradables a Ti. Que en todo momento y lugar, seamos testigos de Tu amor y Tu bondad.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, nuestro guía y salvador.
Amén.»
Reflexión
Queridos amigos y amigas en Cristo,
Hoy, al comenzar este hermoso domingo, hemos elevado juntos una oración que, aunque sencilla, lleva en sí un mensaje profundo y poderoso. Es una oración que nos invita a vivir de una manera auténtica, confiada y servicial.
En nuestra oración de hoy, hemos pedido a Dios que nos ayude a ser genuinos. Y es que, en un mundo lleno de máscaras y apariencias, ser genuino es un desafío. Pero es también una liberación. Ser genuino significa que no tenemos que pretender ser algo que no somos. Significa que podemos vivir en paz, siendo fieles a nosotros mismos y a Dios. Y eso, queridos hermanos y hermanas, es una forma de libertad que el mundo no puede darnos.
También hemos pedido confianza, una confianza de niños. Los niños tienen esa maravillosa capacidad de confiar plenamente, sin complicaciones ni segundas intenciones. ¿Se han fijado en cómo un niño se lanza a los brazos de sus padres, seguro de que será atrapado? Esa es la confianza que Dios quiere que tengamos en Él. Una confianza que no se complica con los «y si…», sino que descansa en la certeza de Su amor y Su cuidado.
Y finalmente, hemos hablado del servicio y la humildad. En un mundo que nos dice que para ser alguien importante tenemos que estar en la cima, Jesús nos invita a darle la vuelta a la pirámide. Nos invita a encontrar la grandeza en el servicio, en el cuidado del otro, en el amor desinteresado. Y aunque esto pueda parecer una locura a los ojos del mundo, es el camino que nos lleva a la verdadera felicidad, a la verdadera plenitud.
Así que, mientras salimos hoy a vivir este día que Dios nos regala, llevemos en nuestro corazón estas tres perlas: la autenticidad, la confianza y el servicio. Y recordemos que en cada gesto de amor, en cada palabra de aliento, en cada acto de servicio, estamos siendo reflejo de Dios en este mundo.
Que tengan un domingo bendecido, lleno de paz y de amor.
Amén.
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