«Señor nuestro, Padre celestial,
En la frescura de esta mañana, nos presentamos ante Ti con corazones agradecidos por el regalo de un nuevo día. Te damos gracias por el techo que nos cobija, por el alimento que nos nutre y, sobre todo, por la familia que nos has dado, ese refugio de amor en el que aprendemos a vivir y a compartir.
Padre amoroso, hoy te pedimos especialmente por la unidad de nuestras familias. Sabemos que en un mundo lleno de pruebas y distracciones, mantenernos unidos puede ser un desafío. Pero también sabemos que con Tu gracia, todo es posible.
Derrama, Señor, Tu Espíritu de amor y comprensión en cada uno de nuestros hogares. Ayúdanos a ser pacientes los unos con los otros, a perdonar sin reservas y a buscar siempre el bien común. Que nuestras palabras sean puentes de comunicación y no muros de división.
Te pedimos que nos enseñes a valorar los momentos que compartimos, a nutrir los lazos que nos unen y a ser fuente de apoyo y consuelo en los momentos difíciles. Que nuestro hogar sea un reflejo de Tu amor y un testimonio de unidad para el mundo.
Bendice, Señor, a cada miembro de nuestra familia. Protege a los que están lejos y fortalece a los que están cerca. Que en cada acto de bondad, en cada gesto de ternura, en cada palabra de aliento, seamos reflejo de Tu amor y constructores de paz.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, nuestro Señor, que nos enseñó el valor de la familia y el amor incondicional.
Amén.»
Reflexión
Querida familia en la fe,
Hoy me gustaría compartir con ustedes una pequeña reflexión que ha estado rondando mi corazón estos días. Es sobre algo muy sencillo, pero a la vez muy profundo: el amor en nuestra vida diaria. A veces, cuando pensamos en el amor, nos vienen a la mente grandes gestos, como en las películas o en las historias que nos contaron de niños. Pero, ¿saben? He descubierto que el amor, el verdadero amor, se encuentra en las cosas pequeñas.
Es en ese café que tu esposo te prepara por la mañana, aunque él no tome. Es en la paciencia de tu esposa cuando estás gruñón después de un día largo. Es en la sonrisa de tu hijo cuando le das un abrazo sin razón. Es en la llamada de tu madre, solo para saber cómo estás.
El amor se manifiesta en esos momentos cotidianos, en esos gestos sencillos que a veces pasamos por alto. Y es ahí, en lo cotidiano, donde Jesús quiere que vivamos el amor. No nos pide grandes hazañas; nos pide fidelidad en lo pequeño.
Porque, al final del día, cuando nos sentemos a reflexionar sobre nuestra vida, no serán las grandes cosas las que contarán. Serán esos pequeños actos de amor, esos momentos en los que elegimos ser pacientes, ser amables, ser comprensivos, lo que realmente hará la diferencia.
Así que, queridos hermanos y hermanas, los invito a buscar el amor en lo cotidiano. A no dejar pasar esos pequeños momentos para expresar amor. Porque cada acto de amor, por pequeño que sea, es un reflejo del amor de Dios en este mundo.
Que el Señor nos ayude a ser portadores de ese amor en cada momento de nuestra vida.
Dios los bendiga, hoy y siempre.
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