Oración de la mañana del 29 de Septiembre

Señor y Dios nuestro, al despertar en esta nueva mañana, nos postramos ante tu majestuosidad y misterio, reconociendo tu presencia divina en cada momento de nuestra vida.

Te damos gracias por el don de un nuevo día y por la oportunidad de servirte y alabarte. Que, al igual que el profeta Daniel, podamos contemplar tu grandeza y eternidad, y reconocer en Jesucristo el verdadero Rey de un reino que no tiene fin.

Señor, en este día dedicado a los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, te pedimos que nos envíes a tus mensajeros celestiales para que nos guíen y protejan en nuestro caminar. Que podamos reconocer, al igual que Natanael, la presencia de Jesús en nuestra vida y seguirlo con un corazón sincero.

Ayúdanos a estar siempre abiertos a los signos de tu presencia y a responder con fe y confianza. Que, inspirados por las palabras del salmo, podamos alabarte no solo con nuestros labios, sino también con nuestras acciones, y ser testigos de tu amor y misericordia en el mundo.

Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

Amén.

Reflexión


La oración matutina basada en las lecturas del 29 de septiembre nos invita a comenzar el día con una actitud de reconocimiento y gratitud hacia Dios, y a la vez, nos conecta con la presencia divina y su interacción continua en nuestras vidas.

La oración comienza reconociendo la majestuosidad y misterio de Dios, un recordatorio de que, antes de cualquier actividad o preocupación que tengamos, es esencial centrarnos en la grandeza de Dios. Esta actitud de reconocimiento nos sitúa en nuestra verdadera posición: somos criaturas amadas por un Creador infinitamente grande y bondadoso.

La mención de dar gracias por un nuevo día refleja una actitud de gratitud. Cada día es un regalo, una oportunidad para vivir, amar, aprender y servir. Esta gratitud nos impulsa a vivir el día con propósito y significado.

La referencia a los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael nos recuerda que no estamos solos en nuestro viaje espiritual. Los ángeles, como mensajeros y protectores, están presentes para guiarnos, inspirarnos y protegernos. Invocar su ayuda y protección es reconocer la realidad espiritual que nos rodea y la constante interacción entre el cielo y la tierra.

La oración también destaca la importancia de reconocer a Jesús en nuestra vida diaria, al igual que Natanael en el Evangelio. Esta invitación a reconocer a Jesús nos desafía a estar atentos a su presencia en los momentos ordinarios y extraordinarios de nuestra vida.

Esta oración matutina es una invitación a comenzar el día centrados en Dios, reconociendo su grandeza, agradeciendo sus bendiciones, buscando su guía y comprometiéndonos a vivir nuestra fe de manera activa y tangible. Es una reflexión sobre la interacción constante entre lo divino y lo humano y sobre cómo nuestra relación con Dios debe influir en nuestra relación con los demás.

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