«Señor Dios, Creador del cielo y de la tierra, al despertar en esta mañana del 23 de febrero, nos acercamos a Ti con corazones rebosantes de fe y esperanza. En este día, Señor, queremos reflexionar sobre el tema del amor fraternal, ese amor que nos llamas a vivir como hermanos y hermanas en Cristo.
Nos inspiramos en Tu Palabra, que nos enseña: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (Juan 13:34). Este mandato, Señor, resuena como un llamado a vivir en unidad y compasión, reconociendo a cada persona como un reflejo de Tu divina imagen.
Te pedimos, Padre de bondad, que derrames Tu Espíritu sobre nosotros, para que podamos ver más allá de nuestras diferencias y divisiones. Que el amor fraternal sea la fuerza que guíe nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros pensamientos. Ayúdanos a construir puentes de entendimiento y paz, especialmente en estos tiempos de conflicto y discordia.
Fortalece, Señor, nuestro compromiso de cuidar los unos de los otros, especialmente de los más vulnerables entre nosotros: los pobres, los enfermos, los marginados y todos aquellos que sufren en soledad. Que nuestro amor no sea solo de palabra, sino demostrado en hechos concretos de servicio y generosidad.
En este día, renueva en nosotros el gozo de vivir como tu familia, recordándonos que somos llamados a ser signos de esperanza y alegría en el mundo. Que nuestra comunión fraterna sea un testimonio de Tu amor infinito por toda la humanidad.
Concede que este día esté lleno de oportunidades para amar como Tú nos amas, para servir como Tú nos sirves, y para dar como Tú nos das, sin medida.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, nuestro Señor, quien es Camino, Verdad y Vida.
Amén.»
«En el jardín del amor fraternal, cada acto de bondad es una semilla que florece en la eternidad»
Reflexión
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
En la frescura de esta nueva mañana, me siento llamado a compartir con ustedes algunas reflexiones sobre un aspecto esencial de nuestra fe: el amor fraternal. En un mundo donde el individualismo y la división parecen prevalecer, el Evangelio nos recuerda la importancia de vivir en amor y unidad los unos con los otros.
El amor fraternal no es simplemente una opción entre muchas en la vida cristiana; es el corazón mismo del mensaje de Jesús. Nos invita a ver a cada persona no solo como un amigo o un extraño, sino como un hermano o una hermana en Cristo. Este amor nos desafía a ir más allá de nuestras comodidades y prejuicios, a alcanzar a aquellos que son diferentes a nosotros, a aquellos que necesitan nuestro amor y atención.
Sin embargo, vivir este amor no siempre es fácil. Requiere paciencia, comprensión y, sobre todo, una disposición a perdonar y ser perdonados. En este camino, no estamos solos; Dios nos ofrece Su gracia para superar los obstáculos que encontramos, para sanar las heridas que el desamor ha causado.
Hoy, los animo a mirar a su alrededor, a reconocer las necesidades de aquellos que Dios ha puesto en su camino. Pregúntense cómo pueden ser instrumentos del amor de Dios para ellos. No subestimen el poder de un gesto amable, una palabra de aliento o un acto de compasión. En estas pequeñas acciones, el amor de Dios se hace presente y transforma el mundo.
En este tiempo de Cuaresma, que nuestro esfuerzo por vivir el amor fraternal sea una expresión concreta de nuestra fe y un camino hacia una mayor semejanza con Cristo. Que cada día nos acerquemos más a la perfección del amor que Dios espera de nosotros.
Y para finalizar, quiero dejarles esta reflexión: «En el jardín del amor fraternal, cada acto de bondad es una semilla que florece en la eternidad». Que podamos sembrar esas semillas generosamente, confiando en que Dios las hará crecer en abundancia.
Que tengan un día bendecido, lleno del amor y la gracia de Dios, extendiendo ese amor a todos los que encuentren. Dios los bendiga, hoy y siempre.
Amén.
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