«Señor Dios, Creador del universo y Fuente de todo bien, en este nuevo amanecer del 22 de marzo, me acerco a Ti con un corazón lleno de gratitud y esperanza. Hoy, quiero reflexionar y orar sobre el tema de la «Sabiduría Divina». En el libro de Proverbios, nos recuerdas: «Porque el Señor da la sabiduría; de su boca vienen el conocimiento y la inteligencia» (Proverbios 2:6).
Te doy gracias, Padre, por el regalo de la vida y por la oportunidad de crecer en sabiduría y entendimiento cada día. Te pido que me guíes en mi búsqueda de la sabiduría divina, esa que trasciende el conocimiento humano y me lleva a vivir de acuerdo con Tus caminos.
Ayúdame a discernir Tu voluntad en las decisiones que tome, a escuchar Tu voz en medio del ruido del mundo y a seguir Tu luz en los momentos de oscuridad. Que la sabiduría que proviene de Ti sea la brújula que dirija mi vida, enseñándome a actuar con justicia, a amar con misericordia y a caminar humildemente contigo.
En este día, te pido especialmente por aquellos que se encuentran en encrucijadas de la vida, enfrentando decisiones difíciles. Ilumínalos con Tu sabiduría, para que puedan elegir caminos que conduzcan a la paz, la justicia y el bienestar para todos.
Que este día esté lleno de momentos de reflexión y oración, en los que pueda acercarme más a Ti y crecer en la sabiduría que solo Tú puedes dar. Que al final del día, pueda mirar atrás y ver cómo Tu sabiduría me ha guiado en cada paso.
En el nombre de Jesús,
Amén.»
«En el corazón de la sabiduría, encontramos el camino hacia el corazón de Dios»
Reflexión: Viviendo la Fe con Manos Abiertas
Queridos hermanos y hermanas, buenos días. En este hermoso amanecer, quiero hablarles de un tesoro que está a nuestro alcance, pero que a veces olvidamos buscar: la sabiduría divina.
En un mundo lleno de información y conocimiento, es fácil confundir la sabiduría con el simple acumular datos o tener muchas habilidades. Sin embargo, la sabiduría que Dios nos ofrece va mucho más allá. Es una luz que ilumina nuestro camino, nos enseña a vivir de acuerdo con sus planes y nos ayuda a tomar decisiones que reflejan su amor y su justicia.
La sabiduría divina no es algo que se adquiere de la noche a la mañana; es el resultado de una relación profunda y constante con Dios. Se cultiva a través de la oración, la meditación de su Palabra y la práctica de su enseñanza en nuestra vida diaria.
Quiero invitarlos, queridos amigos, a buscar esta sabiduría con todo su corazón. A no conformarse con lo superficial, sino a profundizar en su relación con Dios, a escuchar su voz en el silencio de su corazón. Recuerden que Él está siempre dispuesto a guiarnos y a darnos la sabiduría que necesitamos para enfrentar los desafíos de la vida.
En este camino hacia la sabiduría, no estamos solos. Contamos con la comunidad de fe, con nuestros hermanos y hermanas en Cristo, que nos acompañan, nos apoyan y nos ayudan a crecer. Juntos, podemos iluminar el mundo con la luz de la sabiduría divina, mostrando con nuestras vidas el camino hacia el amor, la paz y la justicia.
Al salir hoy de este lugar sagrado, llevemos con nosotros el deseo de ser buscadores de la sabiduría divina. Que nuestras decisiones y acciones reflejen la profundidad de nuestra fe y el amor de Dios que nos transforma.
Que el Señor nos bendiga en esta búsqueda y nos ayude a ser luz para los demás, guiados siempre por su sabiduría.
Y recuerden, queridos hermanos y hermanas, «en el corazón de la sabiduría, encontramos el camino hacia el corazón de Dios». Que este sea nuestro mayor anhelo y nuestra guía.
Amén.
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