«Amado Señor, en la frescura de este nuevo día, 21 de marzo, me presento ante Ti con un espíritu renovado y un corazón dispuesto a recibir Tu gracia. Hoy, deseo reflexionar y orar sobre el tema de la «Fe en Acción». Santiago nos recuerda en su carta: «Así también la fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma» (Santiago 2:17).
Gracias, Padre, por el don de la fe, esa luz que guía mis pasos en medio de la oscuridad del mundo. Te pido que esta fe no sea solo un sentimiento o una creencia, sino que se manifieste en cada acción de mi vida. Ayúdame a poner mi fe en acción, a ser tus manos y pies en el mundo, sirviendo a los demás con amor y compasión.
Inspírame a actuar con justicia, a amar con generosidad y a caminar humildemente contigo. Que mi vida sea un reflejo de tu amor y tu misericordia, y que a través de mis acciones, otros puedan conocer la profundidad de tu gracia.
En este día, te pido especialmente por aquellos que luchan por poner su fe en acción, por los que se sienten desanimados o abrumados por las dificultades. Fortalécelos, Señor, y muéstrales que, con Tu ayuda, pueden hacer una diferencia en el mundo.
Que este día esté lleno de oportunidades para vivir mi fe de manera concreta, amando a mi prójimo, cuidando de tu creación y buscando la justicia y la paz. Que al final del día, pueda mirar atrás y ver que, con tu ayuda, mi fe se ha hecho visible a través de mis obras.
En el nombre de Jesús,
Amén.»
«La fe se mide por la profundidad de nuestras acciones, no solo por la altura de nuestras palabras»
Reflexión: Viviendo la Fe con Manos Abiertas
Queridos hermanos y hermanas, buenos días. Hoy, quiero hablarles de un tema que es fundamental en nuestra vida cristiana: la fe en acción. Vivir nuestra fe no se trata solo de lo que creemos en nuestro interior; se trata también de cómo esa fe se manifiesta en nuestras vidas, en nuestras acciones hacia los demás.
La carta de Santiago nos desafía a examinar nuestra fe, recordándonos que una fe sin obras es una fe muerta. Pero, ¿qué significa realmente poner nuestra fe en acción? Significa vivir cada día con las manos abiertas, listos para servir, para dar, para amar.
En un mundo que a menudo valora el éxito en términos de riqueza y poder, Jesús nos ofrece un modelo de vida radicalmente diferente. Él vivió su fe con manos abiertas, sanando a los enfermos, alimentando a los hambrientos, acogiendo a los marginados. Nos llama a seguir su ejemplo, a ver las necesidades de los que nos rodean y a responder con amor y compasión.
Pero, ¿cómo podemos vivir nuestra fe con manos abiertas en nuestra vida diaria? Comienza con pequeños gestos: una palabra de aliento, un acto de bondad, una oferta de ayuda. Cada uno de estos gestos es una expresión de nuestra fe en acción, una manera de mostrar al mundo el amor de Dios.
Quiero animarlos, queridos amigos, a buscar maneras de poner su fe en acción cada día. Que nuestra comunidad sea conocida por su amor y su servicio, por su disposición a extender las manos a los necesitados, por su compromiso de vivir el Evangelio de manera concreta.
Al salir hoy de este lugar sagrado, llevemos con nosotros el desafío de vivir nuestra fe con manos abiertas. Que nuestras acciones reflejen la profundidad de nuestra fe y el amor de Dios que nos transforma y nos envía al mundo.
Que el Señor nos bendiga en este camino y nos ayude a ser verdaderos discípulos suyos, no solo de palabra, sino también de obra.
Y recuerden, queridos hermanos y hermanas, «la fe se mide por la profundidad de nuestras acciones, no solo por la altura de nuestras palabras». Que nuestras vidas sean un testimonio vivo de esa verdad.
Amén.
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