«Señor, al comenzar este nuevo día, me presento ante Ti con un corazón agradecido por la bendición del trabajo. Te pido que guíes mis pasos y mis decisiones, que mi labor sea un reflejo de tu amor y tu bondad.
Concédeme la sabiduría para enfrentar los desafíos y la paciencia para superar los obstáculos. Que mi trabajo no sea solo un medio para ganarme la vida, sino una oportunidad para servir a los demás y glorificarte.
Ayúdame a recordar que, sin importar la tarea que tenga frente a mí, puedo hacerla con alegría y dedicación, sabiendo que cada pequeño esfuerzo contribuye a un propósito mayor.
Que mi lugar de trabajo sea un espacio de armonía y respeto, y que pueda ser un ejemplo de integridad y compromiso. Bendice a mis colegas, mis superiores y todos aquellos con quienes interactúo, y permítenos trabajar juntos en un ambiente de colaboración y apoyo mutuo.
Señor, que al final del día, pueda mirar atrás y ver que mi trabajo ha sido una ofrenda agradable a Ti. Te lo pido en el nombre de Jesús,
Amén.»
Reflexión
Hermanos y hermanas en la fe,
Al reflexionar sobre nuestra oración matutina, nos damos cuenta de que el trabajo es mucho más que una simple ocupación o una forma de ganarnos la vida. Es una expresión de nuestro ser, una forma de participar en la creación de Dios y de servir a nuestra comunidad.
Cada día, al levantarnos y prepararnos para nuestras labores, estamos respondiendo a una llamada divina. Una llamada a ser co-creadores con Dios, aportando nuestro granito de arena para hacer de este mundo un lugar mejor. No importa si nuestro trabajo es grande o pequeño, visible o no; lo que realmente importa es la actitud con la que lo hacemos.
Recordemos que nuestro trabajo puede ser un acto de adoración, una forma de alabar a Dios con nuestras manos y nuestros corazones. Al enfrentar los desafíos diarios, pidamos la sabiduría y la paciencia del Señor para superarlos, y que nuestro esfuerzo sea un testimonio de su amor y su gracia.
«Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres» (Colosenses 3:23). Que esta verdad resuene en nuestros corazones y nos impulse a vivir cada día con propósito y pasión.
Que tengan un bendecido día de trabajo, lleno de oportunidades para crecer, servir y glorificar a nuestro Creador. ¡Amén!
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