«Señor Todopoderoso, al alba de este nuevo día, 19 de abril, elevamos nuestros corazones a Ti en oración, llenos de gratitud y anhelo por vivir conforme a Tu voluntad. Inspirados por el mensaje de humildad y servicio en Filipenses 2:3-4, ‘Nada hagáis por rivalidad o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los demás’, pedimos Tu guía para que podamos encarnar estas enseñanzas en cada aspecto de nuestras vidas.
En este amanecer, Señor, instila en nosotros un espíritu de humildad que nos permita ver y servir a los demás desde un lugar de amor genuino y desinteresado. Ayúdanos a comprender la verdadera grandeza en el servicio y a buscar no sólo nuestros propios intereses, sino también el bienestar de aquellos que nos rodean.
Te damos gracias por las oportunidades que este día nos presenta para ser ejemplos de Tu amor y compasión. Que nuestras acciones reflejen Tu gracia y fomenten un ambiente de paz y cooperación. Enséñanos a valorar y celebrar las contribuciones de cada persona, reconociendo que todos somos parte de Tu maravilloso plan.
Señor, en nuestras interacciones diarias, concédenos la sabiduría para actuar con consideración y respeto, haciendo que cada palabra y cada gesto sean un reflejo de Tu bondad. Que podamos ser instrumentos de Tu paz y portadores de la alegría que proviene de servir a otros con un corazón humilde.
Por todo esto te pedimos, confiando en Tu amor eterno y en Tu misericordia sin fin. Amén.»
«Que la luz de este nuevo día nos ilumine el camino hacia la verdadera grandeza, que siempre se encuentra en el servicio humilde y en el amor generoso hacia los demás.»
Reflexión
Queridos hermanos y hermanas, mientras nos reunimos en la frescura y la luz de esta nueva mañana, me siento profundamente conmovido por la oportunidad de compartir este momento de comunión y reflexión con todos ustedes. La Escritura que hemos considerado hoy nos llama a vivir una vida marcada por la humildad y el servicio, un llamado que va al corazón de lo que significa seguir a Cristo.
En un mundo que a menudo valora el éxito y el logro personal sobre el bienestar colectivo, las palabras de San Pablo nos invitan a adoptar una postura radicalmente diferente. Nos reta a valorar a los demás no solo como iguales, sino a considerarlos superiores a nosotros mismos, a poner sus necesidades y deseos por delante de los nuestros.
Hoy, les pregunto: ¿Cómo podemos aplicar este mensaje de humildad y servicio en nuestras propias vidas? ¿De qué manera podemos mirar por el bien de los demás en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestra comunidad? Este es un desafío que nos pide ver más allá de nuestras propias necesidades y deseos, para enfocarnos en cómo podemos contribuir al bienestar de los demás.
Que este día nos inspire a todos a tomar pasos concretos hacia este tipo de vida. Que nuestras acciones no busquen reconocimiento o recompensa, sino que se realicen en un espíritu de amor genuino y servicio desinteresado. Y que, al hacerlo, experimentemos la profunda alegría y satisfacción que solo se encuentra en el servicio a los demás, sabiendo que, en última instancia, estamos sirviendo a Dios.
Y así, queridos amigos, mientras salimos de aquí para comenzar nuestras actividades diarias, que nuestro andar sea humilde, nuestro servicio alegre, y nuestro amor por los demás profundo y sincero.
Para concluir nuestra reflexión de esta mañana, les dejo con este pensamiento: «Que la luz de este nuevo día nos ilumine el camino hacia la verdadera grandeza, que siempre se encuentra en el servicio humilde y en el amor generoso hacia los demás.» Que tengan un día bendecido, lleno del amor y la paz de Cristo, y que cada uno de ustedes sea un reflejo de su luz en el mundo.
Amén.
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