Evangelio del día – Lecturas de hoy 24 de Enero de 2024

Primera lectura

Comienzo del segundo libro de Samuel (7,4-17)

«En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: «Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto hasta hoy, no he habitado en una casa, sino que he viajado de acá para allá en una tienda que me servía de santuario. Y, en todo el tiempo que viajé de acá para allá con los israelitas, ¿encargué acaso a algún juez de Israel, a los que mandé pastorear a mi pueblo Israel, que me construyese una casa de cedro?» Pues bien, di esto a mi siervo David: «Así dice el Señor de los ejércitos: Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo; si se tuerce, lo corregiré con varas y golpes como suelen los hombres, pero no le retiraré mi lealtad como se la retiré a Saúl, al que aparté de mi presencia. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre.»»
Natán comunicó a David toda la visión y todas estas palabras.»

Palabra de Dios


Salmo responsorial

Salmo 88,4-5.27-28.29-30

R/. Le mantendré eternamente mi favor

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.» R/.

«Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora»;
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.» R/.

«Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
le daré una prosperidad perpetua
y un trono duradero como el cielo.» R/.


Evangelio

Lectura del santo evangelio según San Marcos (4,1-20)

«En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla.
Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: «Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»
Y añadió: «El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
Él les dijo: «A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que, por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen.»»
Y añadió: «¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»»

Palabra del Señor

Reflexión del evangelio y las lecturas de hoy

Queridos hermanos y hermanas.

Hoy, reflexionamos sobre las lecturas del día, buscando entender cómo hablan a nuestros corazones en este momento de nuestras vidas.

La primera lectura, tomada del Segundo Libro de Samuel, nos muestra a Dios hablando a David a través del profeta Natán. Es interesante cómo Dios recuerda a David que no necesita una casa de cedro, sino que ha estado con su pueblo en una tienda durante su viaje. Me hace pensar en cómo a veces nos preocupamos por construir estructuras físicas o simbólicas para Dios, cuando lo que realmente importa es cómo lo llevamos en nuestro corazón y en nuestras acciones. ¿No les parece? ¿Cómo construimos nosotros ‘casas’ para Dios en nuestras vidas diarias?

El Salmo 88 refleja esta idea. Habla de una alianza eterna con David, un linaje perpetuo. Este salmo nos recuerda la fidelidad constante de Dios, su compromiso inquebrantable con nosotros. Es reconfortante saber que, sin importar lo que pase, Dios mantiene su promesa. ¿Cómo experimentan ustedes esta fidelidad en sus vidas?

Y luego, el Evangelio de Marcos. Aquí Jesús enseña por medio de la parábola del sembrador. ¿No es fascinante cómo Jesús usaba historias para transmitir verdades profundas? Esta parábola nos habla sobre cómo se recibe la Palabra de Dios. Algunos corazones son como el camino, otros como terreno pedregoso o entre zarzas, y algunos, afortunadamente, como tierra buena. ¿Se han preguntado alguna vez qué tipo de terreno son ustedes para la Palabra? ¿Cómo podemos cultivar nuestros corazones para ser esa tierra buena que produce fruto abundante?

Reflexionando sobre todas estas lecturas, veo un mensaje de construir una relación profunda y verdadera con Dios, de confiar en su fidelidad y de estar abiertos a recibir su Palabra en nuestras vidas. Es un llamado a examinar cómo vivimos nuestra fe y cómo permitimos que esa fe crezca y dé frutos.

Me gustaría invitarlos a compartir sus pensamientos y sentimientos sobre estas lecturas. ¿Cómo les hablan a ustedes? ¿Hay algo que resuene particularmente con sus experiencias o desafíos actuales?

Que la gracia y la paz de Dios estén con ustedes, guiando sus corazones y mentes en el amor y la fidelidad, y que su Palabra crezca y dé fruto abundante en sus vidas.

Amén.

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