Evangelio del día – Lecturas de hoy 13 de Marzo de 2024

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (49,8-15)

«Esto dice el Señor:
«En tiempo de gracia te he respondido,
en día propicio te he auxiliado;
te he defendido y constituido alianza del pueblo,
para restaurar el país,
para repartir heredades desoladas,
para decir a los cautivos: “Salid”,
a los que están en tinieblas: “Venid a la luz”.
Aun por los caminos pastarán,
tendrán praderas en todas las dunas;
no pasarán hambre ni sed,
no les hará daño el bochorno ni el sol;
porque los conduce el compasivo
y los guía a manantiales de agua.
Convertiré mis montes en caminos,
y mis senderos se nivelarán.
Miradlos venir de lejos;
miradlos, del Norte y del Poniente,
y los otros de la tierra de Sin.
Exulta, cielo; alégrate, tierra;
romped a cantar, montañas,
porque el Señor consuela a su pueblo
y se compadece de los desamparados».
Sion decía: «Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado».
¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta,
no tener compasión del hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré.»

Palabra de Dios


Salmo responsorial

Salmo 144,8-9.13cd-14.17-18

R/. El Señor es clemente y misericordioso

V/. El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

V/. El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.

V/. El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.


Evangelio

Lectura del santo evangelio según San Juan (5,17-30)

«En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo».
Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no solo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.
Jesús tomó la palabra y les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro.
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.
Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.
En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.
Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No os sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.
Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió»»

Palabra del Señor

Reflexión del evangelio y las lecturas de hoy

Hoy, mientras nos reunimos en este espacio que compartimos, siento que las lecturas del 13 de marzo de 2024 nos invitan a reflexionar sobre algo muy profundo y personal. No quiero que esto suene como una homilía tradicional; más bien, me gustaría que lo viéramos como una charla entre amigos, un compartir del corazón.

La primera lectura de Isaías nos habla de una promesa, una promesa de consuelo y restauración. El Señor dice: «En tiempo de gracia te he respondido, en día propicio te he auxiliado». Me hace pensar en esos momentos de nuestras vidas en los que sentimos que todo está en contra nuestra, y de repente, aparece una luz, una ayuda inesperada. ¿Han sentido alguna vez esa gracia, ese auxilio divino en momentos difíciles?

Y luego, Isaías nos habla de una madre y su incapacidad de olvidar a su hijo. «¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré». Esta imagen es tan poderosa. Nos recuerda el amor incondicional de Dios, un amor que supera incluso el vínculo natural más fuerte que conocemos en la tierra. En nuestros momentos de soledad o desesperación, ¿recordamos que somos amados de esta manera por Dios?

El salmo de hoy, el Salmo 144, resuena con esta misma verdad: «El Señor es clemente y misericordioso». Nos habla de un Dios que está cerca de los que lo invocan, de un Dios que sostiene y endereza. En mi propia vida, he visto cómo esta promesa se hace realidad, cómo en los momentos de caída, hay una fuerza, una presencia que me sostiene. ¿Han experimentado esa cercanía, esa misericordia en sus vidas?

Y finalmente, el Evangelio según san Juan nos muestra a Jesús en una conversación muy reveladora con los judíos. Jesús habla de su relación con el Padre, de cómo actúa en unidad con Él. «El Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre». Esta unidad, esta obediencia de Jesús al Padre, es un modelo para nosotros. Nos invita a reflexionar sobre nuestra propia relación con Dios. ¿Estamos en sintonía con Él, buscando hacer su voluntad en nuestras vidas?

Jesús también habla de la vida eterna, de cómo aquellos que escuchan su palabra y creen en quien lo envió, han pasado de la muerte a la vida. Esta promesa de vida eterna, de una transformación tan radical, es algo sobre lo que vale la pena meditar. ¿Cómo cambia nuestra perspectiva de la vida diaria, nuestros desafíos y luchas, saber que estamos llamados a una vida que trasciende esta existencia terrenal?

Queridos amigos, las lecturas de hoy nos hablan de promesa, amor, cercanía, obediencia y vida eterna. Son temas profundos, temas que tocan la esencia de nuestra fe. Mientras continuamos con nuestras actividades diarias, los invito a llevar consigo estas palabras, a meditar en ellas, a dejar que iluminen y guíen sus vidas.

Gracias por compartir este tiempo conmigo, por permitirme hablar desde el corazón. Que estas reflexiones sean semillas que crezcan y den fruto en sus vidas. Que Dios los bendiga y los mantenga siempre cerca de su amor incondicional.

Amén.

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