Evangelio del día – Lecturas de hoy 1 de Febrero de 2024

Primera lectura

Lectura del primer libro de los Reyes (2,1-4.10-12)

«Estando ya próximo a morir, David hizo estas recomendaciones a su hijo Salomón: «Yo emprendo el viaje de todos. ¡Ánimo, sé un hombre! Guarda las consignas del Señor, tu Dios, caminando por sus sendas, guardando sus preceptos, mandatos, decretos y normas, como están escritos en la ley de Moisés, para que tengas éxito en todas tus empresas, dondequiera que vayas; para que el Señor cumpla la promesa que me hizo: «Si tus hijos saben comportarse, caminando sinceramente en mi presencia, con todo el corazón y con toda el alma, no te faltará un descendiente en el trono de Israel.»»
David fue a reunirse con sus antepasados y lo enterraron en la Ciudad de David. Reinó en Israel cuarenta años: siete en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén. Salomón le sucedió en el trono, y su reino se consolidó.»

Palabra de Dios


Salmo responsorial

Salmo 1Cro 29,10.11ab.11d-12a.12bcd

R/. Tú eres Señor del universo

Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos. R/.

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. R/.

Tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria. R/.

Tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos. R/.


Evangelio

Lectura del santo evangelio según San Marcos (6,7-13)

«En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.»

Palabra del Señor

Reflexión del evangelio y las lecturas de hoy

Queridos hermanos y hermanas,

Hoy, reunidos en nuestra comunidad de fe, exploraremos juntos las enseñanzas de las Escrituras. Nuestro viaje espiritual de hoy nos llevará a través de la sabiduría de un rey moribundo, la alabanza de un corazón agradecido y la misión simple pero profunda encomendada por Jesús a sus discípulos.

Imaginemos a David, un rey poderoso, acercándose al final de su vida. Él no habla de victorias o riquezas, sino de la importancia de seguir a Dios. Su consejo a Salomón no es solo sobre el poder o la política, sino sobre la fidelidad y la rectitud. En nuestras propias vidas, a menudo nos encontramos en encrucijadas, decisiones importantes que tomar. ¿Cómo guiamos nuestras decisiones? ¿Están basadas en la fidelidad a nuestros principios y creencias, o en las conveniencias del momento?

Luego, el Salmo nos lleva a un momento de alabanza. No es una alabanza vacía, sino un reconocimiento de la grandeza y la providencia de Dios. En nuestro mundo ajetreado, ¿nos detenemos a contemplar la magnificencia de Dios? ¿Encontramos tiempo para agradecer las bendiciones que recibimos cada día? Este Salmo es una invitación a mirar más allá de nosotros mismos y reconocer la obra de Dios en el mundo que nos rodea.

Finalmente, el Evangelio de hoy nos muestra a Jesús enviando a sus discípulos de dos en dos. Es interesante cómo les pide que lleven lo mínimo. ¿No es esto un desafío en nuestro mundo donde a menudo medimos el éxito por lo que poseemos? Jesús les está diciendo que confíen, que lo esencial no es material. En nuestra vida, ¿podemos confiar así? ¿Podemos depender de la bondad de los demás, y más importante aún, podemos ser esa bondad para los demás?

Hoy, mientras reflexionamos sobre estas Escrituras, pensemos en nuestra propia jornada. Como David, busquemos la fidelidad en nuestras decisiones; como el salmista, tomémonos un momento para reconocer la grandeza de Dios; y como los discípulos, aprendamos a confiar y vivir con sencillez. Que estas palabras no sean solo letras en un papel, sino semillas que germinen en nuestro corazón y transformen nuestras vidas.

Que la paz de Dios nos acompañe en esta reflexión y en nuestro camino diario.

Amén.

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